Pocos alimentos hay tan versátiles y ricos como la carne de pollo. Se puede cocinar de infinidad de maneras y resulta apetecible en cualquier momento del año.
Pero sus cualidades no solo son culinarias; además, es una de las carnes más saludables, por lo que te recomendamos tenerla presente tu alimentación.
El pollo es una carne magra que apenas contiene grasa y, además, se concentra en lugares fácilmente identificables. En especial, la piel es el tejido donde más se acumula. Por el contrario, el muslo y la pechuga son las dos piezas con menos lípidos, destacando esta última con solo 60 miligramos de grasa por cada 1 gramo de carne.
Además, contiene menos grasas saturadas que la carne roja y la mayoría de éstas se concentran, de nuevo, en la piel. Por ello, es recomendable retirarla si se quiere evitar su consumo. Destacamos también su bajo contenido en colesterol (salvo en la piel), menor que en otras carnes.
Se trata, pues, de una gran aliada para las dietas que exigen bajo contenido en grasas. Si estás pensando en comenzar un régimen de este tipo, ¡recuerda que, además, el pollo está buenísimo!.
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