Hace muy poco, renové mi tarjeta de crédito que estaba a punto de caducar y esta vez, iba acompañada de un dibujo monísimo con cuatro rayitas que definían el sistema de mi nueva tarjeta contactless.

Símbolo de la tarjeta contactless.

¿Y que es el sistema contacless?. Bien, pues es un sistema por el cual puedes pagar simplemente acercándola al terminal punto de venta (TPV), sin necesidad de introducirla en la ranura, ni pasarla por la banda magnética. Además no es necesario que marques tu número secreto…¡tremendo!

A mí que me encanta beneficiarme de cualquier nueva tecnología que te facilite la vida, pero también creo que si te lo dan todo hecho, acabaremos por parecer tontos e inútiles…no me pareció, en un inicio, una mala idea que la tarjeta a partir de ahora me facilitase y agilizase la transacción de comprar en cualquier sitio.

Aun así, me tranquilizó saber que, si lo deseaba, podía desactivar el sistema contactless en cualquier momento.

El primer pago realizado con la nueva tarjeta resolvió todas mis dudas: Fui a comprar mi comida al lugar de siempre, escojo lo que me apetece, me acerco a la caja, y dejo sobre el mostrador el producto y mi tarjeta de cliente junto a la de crédito. Aún no he tenido tiempo de pestañear, que la amable dependienta me devuelve las tarjetas, me sonríe enseñándome el TPV y me dice: -¡ya está!, entregándome la comida.

Tarjeta contactless.

¿Ya está?. ¡Fue en un suspiro!. No noté siquiera que la chica cogiese las tarjetas del mostrador, ya tenía la comida en mis manos y estaba metiendo mis tarjetas en el monedero. Me esperaba rapidez pero, ¡quizás no tanta!.

Salí del local y mi cabeza se pone a carburar. Entre la especial facilidad que tengo para darle mil vueltas a las cosas y que aún no acabo de creerme lo rápido que ha sido todo, empiezo a cuestionarme, ¿ha pasado la tarjeta por el lector?, ¿desde qué distancia?, ¡no me ha pedido confirmación, ni pin!, ¿cómo sabe que soy la titular?…entonces…¿cualquiera podría pagar con mi tarjeta, no?. Con el simple hecho de acercar un TPV con sistema de pago contactless integrado a mi bolso, o si me dejo el monedero cerca de uno, ya se podría cobrar un importe, ¿verdad?. Y yo, ¿cómo lo sabría?.

Estas preguntas son suficientes para que, de vuelta a la oficina y también, en un suspiro, marque el número de mi gestora y le pida que, por favor, desactive de inmediato el sistema contactless de mi tarjeta.

Tecnología SÍ, pero siempre con cabeza. Quizás le hubiese tenido que pedir yo a la dependienta que me dejase acercar a mí la tarjeta al lector, quizás ella debería haber confirmado que la tarjeta era mía.

Tengo trabajo en informarme debidamente del funcionamiento de este tipo de tarjeta contactless que creo, puede ser realmente útil si se implementan unas mínimas medidas de seguridad y, en breve, os sigo informando.

De momento, y para saber un poquito más sobre la tarjeta contactless, os comparto el siguiente artículo publicado hace ya un año por Secure&It que me ha parecido muy interesante.

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